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domingo, 29 de marzo de 2009

! ! ! ! ! FLOR ! ! !


Fué tanto su dolor, que su corazón sangró...........

miércoles, 25 de marzo de 2009

Huelva versus Sevilla


Si, es cierto, una parte de la provincia de Huelva mira hacia Huelva y otra parte de la provincia de Huelva, mira hacia Sevilla, y es algo que todos sabemos, pero nunca habia pensado por qué, nuestro particular historiador Antonio Prieto, nos envia una información que explica la situación


HUELVA CAPITAL


Siempre me ha llamado la atención el escaso sentimiento de provincia que tenemos en Huelva. La sierra ha tenido hasta hace poco tiempo más relación con Sevilla que con Huelva capital, motivado por las malas comunicaciones que han existido hasta hace relativamente poco tiempo. El Condado visita más Sevilla que Huelva. La costa, Ayamonte, Cartaya, siempre anda metido en rivalidades con la capital, teniendo un sentimiento muy arraigado de autosuficiencia.

Ahondando en la historia podemos encontrar explicaciones a estas situaciones y comprendiéndolas ponerles remedio.

Tras la época de la invasión musulmana ya depende Huelva de Sevilla, que es quien invade el reino de taifas de Saltés, por Al-Mutatid. Tras depender durante un tiempo de Niebla, pasa a formar parte de Sevilla. Después de la Reconquista cristiana, pasa a depender de la monarquía centralista, estando encuadrado dentro del reino de Sevilla, estando durante varios cientos de años dividido este reino según los mayorazgos y ocupando las actuales Cádiz y Huelva, siendo los nobles más importantes, que llegaron a dominar desde el Guadiana hasta Gibraltar, los Duques de Medina Sidonia, la familia de los Guzmanes, descendientes del héroe Guzmán El Bueno.

Hasta 1812, no se realiza la primera división moderna en provincias en la Constitución de la Pepa, si bien no llega a aplicarse debido a que Fernando VII, tras la expulsión de los franceses, la deroga.

En 1.822, se llega a nombrar cabeza de partido a Trigueros, si bien debido a las presiones de Ayamonte y Huelva, que entonces contaba con 6.000 habitantes, pasa a designarse a ésta desde Madrid, tras recapacitar el Gobierno.

Cuando muere Fernando VII, le sucede Isabel II, si bien es menor de edad y ocupa la regencia su madre Maria Cristina, que encarga al gobierno liberal, que tenía como ministro de Fomento a Cea Bermúdez, la división en provincias del Estado.

Javier de Burgos, en 1.833 emite un Real Decreto de división territorial de España en 48 provincias. En Andalucía se crean las ocho provincias existentes en la actualidad, nombrando a Huelva capital de provincia, no sin haber dudado entre ésta y Moguer para establecer la capitalidad.

También se contó con la dificultad planteada por Arroyomolinos de León, Cañaveral de León y Santa Olalla, que mantenían intereses comunes con Extremadura, así como pueblos como Hinojos, Manzanilla o Chucena, que miraban a Sevilla como mejor capital.

Rápidamente se crea la figura de los subdelegados de Fomento, que pasaron después a denominarse Gobernadores Civiles y posteriormente Delegados de Gobierno (aunque todavía haya quien no sepa que ya no existen los Gobernadores Civiles). El primero de ellos para Huelva, en 1.835, fue José Huet, integrando la provincia 75 municipios.

En 1.836 se dividen las provincias en partidos judiciales, creándose en Huelva, las cabezas de partido de Moguer, Huelva, El Cerro, La Palma y posteriormente Aracena, donde se ubicarían los juzgados de primera instancia e instrucción.

Conocer la historia no es querer volver atrás, sino saber el porqué de las cosas y encontrar las razones que las justifican, para desde ahí ver como se puede continuar avanzando en la integración de la provincia de todos los municipios mediante el aumento de las comunicaciones y creando cohesiones entre todos los pueblos de Huelva.

Para mi sorpresa ese día, el onubense de nacimiento, con padres onubenses, con esposa onubense, con hijo onubense, y que nunca había vivido en otro sitio que no fuera Huelva, estaba de acuerdo conmigo.

domingo, 22 de marzo de 2009

Jilguero


Se notaba que era un pajaro amigo del hombre, pues al cogerlo no se asustó, por lo que pensaba que estaba herido, la sorpresa fue que cuando quiso, emprendió vuelo y se alejó tan contento.

domingo, 15 de marzo de 2009

Reflejos de luz

De Actualizado recientemente

En la linea de publicaciones de corte histórico de nuestro colaborador Antonio Prieto,y como quiera que no encuentro una foto alusiva al texto, he decidio incluir ésta,para escenificar el refran "después de la tempestad viene la calma". El tema nos viene a recordar aquellas tristes fechas. Los efectos del Terremoto de Lisboa sobre la ciudad de Huelva :


En pleno mes de Febrero de 2.007, me encontraba en la Notaría de Punta Umbría. En el salón de la biblioteca existe una mesa de madera maciza, de aproximadamente 6 metros de largo, donde se firman las escrituras. Esta mesa comenzó a temblar, lo que asustó a todos los presentes que salimos a las antesalas donde explicamos cada cual lo que habíamos sentido.

Ese día Luis que se encontraba en casa sin trabajar debido a una gripe, y tal como es de pejiguera para el trabajo, igual que para otras cosas, pensaba que era un castigo divino, contaba que en los pisos altos de Huelva se habían movido las paredes de un lado a otro, desplazando la cama donde estaba acostado, o al menos esa era la sensación que había tenido.

Este suceso me hizo recordar de niño cuando vivía en Madrid y en 1.969, oía a mis padres hablar por teléfono con mis tíos y mis abuelos que vivían en Huelva, donde después supe que había habido varias víctimas por infarto de miocardio.

En 1.975, ya residiendo en Sevilla, recuerdo a mi madre en la ventana asomada y yo entre sueños, preguntar qué ocurría, tranquilizándome ella y contándome que había sentido un terremoto pero que ya había pasado.

Por ello no me es difícil imaginar la situación que se vivió en Huelva aquella mañana del 1 de noviembre de 1.755, cuando ocurrió el terremoto llamado de Lisboa, sobre las 10 horas de la mañana.

Era el día de Todos los Santos. Huelva era una pequeña ciudad de pescadores, con una población diezmada desde que se limitó el tráfico con América a Sevilla (Casa de la Contratación), continuas migraciones a América, ataques de piratas berberiscos, unido a la peste que varias veces asoló la ciudad, siendo la más importante la epidemia de 1.650 que afectó a la mitad de la población.

Probablemente las gentes de Huelva estaban acudiendo a los Santos Oficios, cuando se producen los movimientos sísmicos:
“Principió por un ruido grande subterráneo, acompañado de un estremecimiento violento de los edificios, como otros temblores, que hemos padecido, y esto duraría como un minuto. Habiendo flojeado por breves instantes, repitió el ruido mucho más espantoso, siguiéndole un movimiento de ondulación, o hacia un lado, y otro de todas las paredes, que fue agrandando cada vez más, y en su mayor fuerza se cambió en otro movimiento, que hacía levantarse la tierra hacia arriba, y con ella saltaban las más fuertes torres y edificios.” (Jacobo del Barco, 1756)
Una hora después del temblor llegó el maremoto (ahora todo el mundo dice tsunami en japonés), que hizo desbordarse el Odiel y el Tinto, hundiendo barcos, inundando parte de la ciudad, destruyendo tierras de cultivo y pozos de agua dulce, así como numerosas viviendas.
En Ayamonte se habló de 1.000 muertos, en Isla Cristina cambió la desembocadura del Río Carreras; la barra de El Rompido abrió un nuevo canal, según descripciones de la época, a dos tiros de fusil de la existente hasta entonces. La ermita de la Virgen del Rocío fue destruida y la imagen estuvo en Almonte los dos años siguientes, mientras que se construyó un nuevo templo. Las barracas de pescadores de Lepe desaparecieron en un 80%. La Torre Almenara de Punta Umbría (construida en 1.614 por orden de Felipe III) ya no estaba junto al mar. La Torre Almenara de Matalascañas quedó dentro de él.
En la ciudad de Huelva, sufrieron grandes daños la Iglesia de San Pedro, la Iglesia de la Concepción y el Convento de la Merced, así como el Arco de la Estrella, situado al final de la actual calle Marina y que servía de entrada al puerto, además de los conventos de San Francisco y Santa María de Gracia, destruyéndose totalmente las celdas y iglesia del Convento de la Victoria y arrasando completamente el castillo de Huelva, sobre el cabezo de San Pedro que ya amenazaba ruina en aquellos tiempos.

En Lisboa (que da nombre al terremoto), de una población de 275.000 personas, hubo más de 80.000 muertos, resultando destruidos el 80 % de las edificaciones, y lo que no fue destruido por el terremoto y posterior maremoto, lo fue después por el fuego que se produjo.

En Sevilla, las Santas Justa y Rufina, se reflejan en los cuadros posteriores sosteniendo La Giralda, pues se atribuyó a milagro de éstas el que no se derrumbara la torre durante el terremoto.

Tras el maremoto de Asia de diciembre del año 2.004, se volvió a recordar este terremoto de 1.755, y reaparecieron teorías que defienden que las fallas que producen estos terremotos , producen los mismos efectos cada quinientos años, por lo que podemos estar próximos a la repetición de una experiencia semejante, cuyas consecuencias, caso de producirse, pueden, en la imaginación de cada cual, superar a las que pudiéramos describir en este escrito, dada la situación urbanística actual de nuestra costa.

Luis, no daba crédito, otra vez el sevillahuelvano éste, entrando en temas que él sobradamente conoce pero en los que nunca ha profundizado por aquello de que no es necesario pues ya se sabe.

sábado, 14 de marzo de 2009

Cortezas

De PORTAFOLIO 2009

El grosor del arbol, se consigue con la edad, es la metafora de nuestra vida,con la edad nos cubrimos de capas que nos hacen ser mas resistentes.

jueves, 5 de marzo de 2009

Isla Cristina

De PORTAFOLIO 2009

He rescatado del cajón algunas fotos de realización analógica,y después las he escaneado para poderlas subir. La calidad se ha perdido un poco, pero la fotografia, creo que lo merece.

lunes, 2 de marzo de 2009

Cristobal Colon (1492 Palos de la Frontera)


Una parte de nuestra historia, la protagonizó Cristobal Colón, genoves, que con su poder de convicción logró iniciar un viaje, que a la postre, resultó ser el descubrimiento de un continente.


Nuestro habitual colaborador, Antonio Prieto, nos envía una reseña histórica del momento:


Estando Dª Isabel en el Alcázar de Jaén, hablando con sus damas, anunciaron que estaba allí un tal Colón, a juicio de ellas visionario, que decía poder llegar a Catay y China por el lado contrario a Marco Polo y que necesitaba doce naos bien pertrechadas para llevar a cabo su misión, que había sido desechada por el rey de Portugal.

Estaban sitiando Granada desde hacía más de diez años, se habían empeñado joyas en la Catedral de Valencia para obtener recursos para la guerra, tratando con Boabdil las futuras capitulaciones de su rendición.

En eso, entró Gonzalo Chacón con una carta en la mano de Fray Antonio de Marchena, fraile de La Rábida, apoyando la empresa de Colón para llevar el nombre de Cristo allende los mares.

Pensando la reina Isabel que eran necesarios visionarios, pues si no hubieran existido no tendrían dentro de su reino las Islas Canarias, le dio pensión anual e hizo estudiar el proyecto por hombres de ciencia.

Una vez firmada la rendición de Granada, estando Isabel y Fernando en Santa Fé aún, volvieron a hablar del proyecto de Colón, pese a que había sido desestimado por los doctores, y acordaron, darle al menos tres naves, para limitar el enriquecimiento portugués en la mar, gracias a la insistencia de la Reina. (1)

Palos era una pequeña población de unos seiscientos habitantes, la mayoría vinculados al negocio de la pesca. La villa dominaba una ensenada sobre el Río Tinto, y sobre su blanco caserío, en lo alto de un promontorio, emergían los almenados muros de la Iglesia de San Jorge.

Entre sus habitantes, figuraba Martín Alonso Pinzón, que había hecho fortuna como armador, navegando por las costas occidentales de África y por el Mediterráneo. El iría gobernando una de las carabelas, con veinticinco hombres, al igual que la otra carabela, que capitanearía su hermano, siendo el comandante de la expedición y capitán de la nao, el Almirante Cristóbal Colón, con cincuenta hombres en ella, entre ellos el propietario del navío, Juan de la Cosa y como piloto Pero Alonso Niño.

El embarcadero de Palos estaba ubicado en unos de los extremos de la ensenada, justo debajo de donde se encontraba la Iglesia de San Jorge. Debido a la escasa profundidad del agua, los navíos no podían acercarse, permaneciendo fondeados en el centro del río.

El día dos de agosto de 1.492, se realizaron oficios religiosos en San Jorge, asistiendo los frailes tan importantes para la causa como fueron los franciscanos Juan Pérez y Antonio de Marchena, pasando a su finalización, las tripulaciones a embarcar mediante botes de remos, y una vez en los buques, aprovechando el reflujo de la marea, levaron anclas para dejarse arrastrar por la corriente, hasta la Isla de Saltés, en la desembocadura del Tinto y del Odiel, donde volvieron a echar las anclas, pasando la noche en ese lugar hasta que zarparon aproximadamente a las ocho de la mañana.



Con gran chirrido de las roldadas en los motones, las pálidas velas y gavias suspendidas de las vergas subieron flameando con gran estruendo hasta el tope de los palos. En el palo mayor de la Santa María se izó un estandarte con una cruz verde sobre campo blanco y las iniciales de Isabel y Fernando bajo unas coronas doradas cobijadas bajo el águila de San Juan. Sobre el trinquete se desplegó otro estandarte cuartelado de rojo y blanco con castillos de oro y leones de gules. Por último en el mesana ondeaba una grímpola con la leyenda “Ave María gratia plena”.

Con las velas henchidas por el viento del poniente, resonó en el aire la orden de Colón desde el castillo de popa:

En el nombre de Dios, a toda vela.

Cabeceando contra las olas, que al estrellarse contra la proa de las naves, levantaban cortinas de espuma blanca que superaban las amuras y barrían las cubiertas, las tres naves superaron los bancos de arena y pusieron proa mar adentro (2).



(1) “Isabel, la reina” de Ángeles de Irisarri
(2) “Réquiem por un marrano” de Luís Felipe Campuzano
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