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domingo, 15 de marzo de 2009

Reflejos de luz

De Actualizado recientemente

En la linea de publicaciones de corte histórico de nuestro colaborador Antonio Prieto,y como quiera que no encuentro una foto alusiva al texto, he decidio incluir ésta,para escenificar el refran "después de la tempestad viene la calma". El tema nos viene a recordar aquellas tristes fechas. Los efectos del Terremoto de Lisboa sobre la ciudad de Huelva :


En pleno mes de Febrero de 2.007, me encontraba en la Notaría de Punta Umbría. En el salón de la biblioteca existe una mesa de madera maciza, de aproximadamente 6 metros de largo, donde se firman las escrituras. Esta mesa comenzó a temblar, lo que asustó a todos los presentes que salimos a las antesalas donde explicamos cada cual lo que habíamos sentido.

Ese día Luis que se encontraba en casa sin trabajar debido a una gripe, y tal como es de pejiguera para el trabajo, igual que para otras cosas, pensaba que era un castigo divino, contaba que en los pisos altos de Huelva se habían movido las paredes de un lado a otro, desplazando la cama donde estaba acostado, o al menos esa era la sensación que había tenido.

Este suceso me hizo recordar de niño cuando vivía en Madrid y en 1.969, oía a mis padres hablar por teléfono con mis tíos y mis abuelos que vivían en Huelva, donde después supe que había habido varias víctimas por infarto de miocardio.

En 1.975, ya residiendo en Sevilla, recuerdo a mi madre en la ventana asomada y yo entre sueños, preguntar qué ocurría, tranquilizándome ella y contándome que había sentido un terremoto pero que ya había pasado.

Por ello no me es difícil imaginar la situación que se vivió en Huelva aquella mañana del 1 de noviembre de 1.755, cuando ocurrió el terremoto llamado de Lisboa, sobre las 10 horas de la mañana.

Era el día de Todos los Santos. Huelva era una pequeña ciudad de pescadores, con una población diezmada desde que se limitó el tráfico con América a Sevilla (Casa de la Contratación), continuas migraciones a América, ataques de piratas berberiscos, unido a la peste que varias veces asoló la ciudad, siendo la más importante la epidemia de 1.650 que afectó a la mitad de la población.

Probablemente las gentes de Huelva estaban acudiendo a los Santos Oficios, cuando se producen los movimientos sísmicos:
“Principió por un ruido grande subterráneo, acompañado de un estremecimiento violento de los edificios, como otros temblores, que hemos padecido, y esto duraría como un minuto. Habiendo flojeado por breves instantes, repitió el ruido mucho más espantoso, siguiéndole un movimiento de ondulación, o hacia un lado, y otro de todas las paredes, que fue agrandando cada vez más, y en su mayor fuerza se cambió en otro movimiento, que hacía levantarse la tierra hacia arriba, y con ella saltaban las más fuertes torres y edificios.” (Jacobo del Barco, 1756)
Una hora después del temblor llegó el maremoto (ahora todo el mundo dice tsunami en japonés), que hizo desbordarse el Odiel y el Tinto, hundiendo barcos, inundando parte de la ciudad, destruyendo tierras de cultivo y pozos de agua dulce, así como numerosas viviendas.
En Ayamonte se habló de 1.000 muertos, en Isla Cristina cambió la desembocadura del Río Carreras; la barra de El Rompido abrió un nuevo canal, según descripciones de la época, a dos tiros de fusil de la existente hasta entonces. La ermita de la Virgen del Rocío fue destruida y la imagen estuvo en Almonte los dos años siguientes, mientras que se construyó un nuevo templo. Las barracas de pescadores de Lepe desaparecieron en un 80%. La Torre Almenara de Punta Umbría (construida en 1.614 por orden de Felipe III) ya no estaba junto al mar. La Torre Almenara de Matalascañas quedó dentro de él.
En la ciudad de Huelva, sufrieron grandes daños la Iglesia de San Pedro, la Iglesia de la Concepción y el Convento de la Merced, así como el Arco de la Estrella, situado al final de la actual calle Marina y que servía de entrada al puerto, además de los conventos de San Francisco y Santa María de Gracia, destruyéndose totalmente las celdas y iglesia del Convento de la Victoria y arrasando completamente el castillo de Huelva, sobre el cabezo de San Pedro que ya amenazaba ruina en aquellos tiempos.

En Lisboa (que da nombre al terremoto), de una población de 275.000 personas, hubo más de 80.000 muertos, resultando destruidos el 80 % de las edificaciones, y lo que no fue destruido por el terremoto y posterior maremoto, lo fue después por el fuego que se produjo.

En Sevilla, las Santas Justa y Rufina, se reflejan en los cuadros posteriores sosteniendo La Giralda, pues se atribuyó a milagro de éstas el que no se derrumbara la torre durante el terremoto.

Tras el maremoto de Asia de diciembre del año 2.004, se volvió a recordar este terremoto de 1.755, y reaparecieron teorías que defienden que las fallas que producen estos terremotos , producen los mismos efectos cada quinientos años, por lo que podemos estar próximos a la repetición de una experiencia semejante, cuyas consecuencias, caso de producirse, pueden, en la imaginación de cada cual, superar a las que pudiéramos describir en este escrito, dada la situación urbanística actual de nuestra costa.

Luis, no daba crédito, otra vez el sevillahuelvano éste, entrando en temas que él sobradamente conoce pero en los que nunca ha profundizado por aquello de que no es necesario pues ya se sabe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hacia tiempo que no me pasaba por aqui Paco...buena foto..me gustan los reflejos...a ver si por fin podemos quedar para hacer unas tomas...Un abrazo..tu cuñado...

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